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lunes, 18 de julio de 2011

La Reflexión de Gabrielle

Una noche mas en vela... A provecho está oportunidad, bajo el firmamento nocturno, para compartir (a la nada realmente) un fragmento que extraje del libro "Lestat, el vampiro" (Libro parte de la gran obra maestra de la autora Anne Rice, Crónicas Vampiricas) una tarde de aislamiento en un pequeño apartamento ajeno. 
Mientras leía esto me sentía más centrada en la lectura como no lo había sentido antes al leer dicho libro:


Una porque, sencillamente, Gabrielle es uno de mis personajes preferidos, que se ha ganado mi respeto y cariño. ♥


Otra porque, si bien existen momentos en el que ni los libros me pueden relajar, mi mente divaga en los insultos y desprecios sin miramientos ni escrúpulos, pero después de ese momento, me comprometí a que dichos acontecimientos no volvieran a suceder ante la mirada de Anne Rice. Una autora que, sencillamente, se lucio en todo sentido... Y bla bla bla... No hace falta que la alabe y glorifique demasiado, ya que eso lo han venido haciendo personas al rededor de todo el mundo durante mucho tiempo, y que desde luego, hasta el día de hoy se lleva los aplausos y reconocimientos bien merecidos :) 


Pero listo, no me quiero comprometer ni meter en asuntos que no van al caso
En resumen: Está parte justo hablo de un tema del que en mi caso, es dueño de mis reflexiones matutinas ^///^
Me gusto, y punto. 

Asi que basta de palabras sin sentido, vamos a lo que realmente importa: He aqui, el fragmento al que me gusto llamarle La Reflexión de Gabrielle (una de tantas) 




Una noche, en nuestra casita de la vía Ghilbellina, de Florencia, Gabrielle apareció tras una ausencia de un mes y empezó a hablar.  
                -Ya sabes que las criaturas de la noche están maduras acoger a un gran líder. No a un supersticioso murmurador de viejos ritos, sino un gran monarca oscuro que nos galvanice siguiendo unos nuevos principios.
                -¿Qué principios?- pregunté.
                Haciendo caso omiso a mi réplica, ella continúo:
                -Imagino algo más que este clandestino y repulsivo alimentarse de mortales, algo grande y magnifico como lo era la Torre de Babel antes de que la cólera divina la derribara. Hablo de un líder instalado en un palacio satánico que envía a sus seguidores a volverse hermano contra hermano, a hacer que madres maten a sus hijos, a arrojar a la hoguera todos los grandes logros de la humanidad, a agostar la tierra para que todos, inocentes y culpables, mueran de hambre. Crear el caos y el sufrimiento allí donde vayas y derrotar a las fuerzas del bien para desesperación de los hombres. Eso sí que es algo merecedor de ser llamado maldad. Esa sí que es la obra de un verdadero demonio. Tú y yo no somos nada más que flores exóticas del Jardín Salvaje, como tú me dijiste. Y el mundo de los hombres no es ahora ni más ni menos de lo que ya vi en mis libros hace años en la Auvernia.
                La conversación me disgustó. Pero me alegró tener a Gabrielle junto a mí en la estancia, poder hablar con alguien que no fuera un pobre mortal engañado. No estar solo con mis cartas de casa.
                -¿Pero que hay, entonces, de tus cuestiones estéticas? -pregunté-. ¿Qué hay de eso que le explicaste a Armand acerca de que querías saber por qué existía la belleza y por qué razón continúa afectándonos?
                Gabrielle se encogió de hombros.
                -Cuando el mundo del hombre se hunda en ruinas, la belleza se impondrá. Volverán a crecer árboles donde había calles; las flores cubrirán de nuevo el prado que hoy es un rancio tenderete de barracas. Éste será el propósito del amo satánico: ver crecer las hierbas silvestres y ver como el bosque tupido cubre todo rastro de de las ciudades que un día fueron enormes hasta que nada quede de ellas.
                -¿Y por qué llamas a todo eso satánico? -quise saber-. ¿Por qué no llamarlo caos? Eso es lo que sería.
                -Porque así es como lo llamarían los humanos. Fueron ellos quienes inventaron a Satán, ¿no es así? Satánico no es más que el calificativo que dieron al comportamiento de aquellos que perturbaban el orden en el que querían vivir los hombres.
                -No lo entiendo.
                -Pues utiliza tu mente sobrenatural, hijo mío de ojos azules y de cabellos de oro, mi hermoso <<matalobos>>. Es muy posible que Dios hiciera el mundo como dijo Armand.
                -¿Es esto lo que has descubierto en los bosques? ¿Te lo han revelado las hojas de los árboles?
                Gabrielle se echó a reír.
                -Desde luego, Dios no es necesariamente antropomórfico -respondió a continuación-. Ni lo que, en nuestro colosal egoísmo y sentimentalismo, llamaríamos <<una persona decente>>. Pero probablemente existe un Dios. Satán, en cambio, fue una invención humana, un modo de dominar a la fuerza que busca derribar el orden civilizado de las cosas. El primer hombre que elaboro unas leyes (fuera Moisés o algún antiguo rey Osiris antiguo), ese legislador creó al diablo. El diablo es el que tienta al hombre a quebrantar las leyes, y nosotros somos realmente satánicos por cuanto no seguimos ninguna ley para la protección del hombre. Entonces, ¿por qué no saltárnoslas todas? ¿Por qué no provocar un incendio que consuma todas las civilizaciones de la Tierra?
                Me sentía demasiado asombrado para responder.
                -No te preocupes -añadió Gabrielle con una carcajada-, yo no pienso hacerlo. Pero creo que sucederá en las décadas futuras. ¿No crees que alguien lo hará?     

[...]

Hasta allí... 
Si, porque sino, me tendría que haber trascribido todo el libro. ¬¬ 
Siempre que lo vuelvo a leer, lo leo con una sonrisa. Ayuda a mis tarde, mañanas y noches, cuando me pongo a filosofar de las cosas ^///^
Saludos.! 

By: Bloody Lu 

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