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jueves, 12 de enero de 2012

El día que conocí a Amy Lee

La lluvia de aquella tarde estaba terminando y el crepúsculo comenzaba a acentuares. Hace unos momentos me encontraba en una esquina esperando a que el semáforo se pusiera en rojo para poder cruzar la calle. Tenía los auriculares puestos por lo que me encontraba completamente desconectada del mundo, distraída por completo, mientras no dejaba de pensar en todo lo que tenía por hacer el día de hoy… y durante toda la semana.
            Vi que finalmente el semáforo había cambiado de color así que tranquilamente baje de la vereda y cruce sin siquiera mirar a los costados…
            Lo más seguro es que si no hubiera tenido puestos los auriculares, o solo si me hubiera molestado en prestar un poco de atención, me habría dado cuenta de que se acercaba un auto a toda velocidad. Por fortuna logre esquivarlo pero mi apresurada maniobra me hizo perder el equilibrio y caí inevitablemente hacia atrás sobre un charco de agua estancada en el borde de la vereda. Mis jeans quedaron empapados y malolientes por el olor del agua podrida y mis manos húmedas y pegajosas, sin contar que mi cabeza choco contra el borde y que ahora tenía un dolor punzante.
            Dos personas que jamás había visto aparecieron detrás de mí y me ayudaron a levantarme.
            -¿Te encuentras bien? –decía uno de ellos.      
            Una vez de pie les agradecí por su ayuda, me di la vuelta y me fui e inmediatamente me saque mi mochila, que también estaba mojada, y comencé a revisar si las cosas en su interior no se habían arruinado por el agua. Creí que había dejado a esas dos personas atrás, yo estaba aun un poco aturdida por todo lo que había sucedido así que apenas reaccione cuando uno de ellos me toco el hombro para que me volteara y me decía: Espera linda, deja que te ayude…
            En cuanto dijo esto el tipo que estaba a su lado tomo mi mochila y me la arrebato de mis manos resbaladizas mientras el otro me empujo hacia atrás y a continuación salieron corriendo como ratas. Les grite y comencé a perseguirles, pero era demasiado tarde… Antes de que pudiera hacer nada ya habían saltado una medianera y los perdí completamente de vista. Mire a mí alrededor para ver si alguien se encontraba por allí pero no había nadie más que yo.
            Sentí como las lágrimas comenzaban a juntarse de la pura rabia que sentía, en esa mochila estaba mi celular, mi billetera, un disco que acaba de comprar y otras cosas importantes para mí. Lo único que no lograron sacarme fueron los auriculares que llevaba puestos, los cuales estaban enchufados al celular y el forcejeo los lograron arrancar.
            Mi casa estaba muy lejos de allí, lo primero que pensé fue que tenía que notificar el robo lo más rápido posible, aunque sea llamar a la compañía del celular para que anule la línea, así que empecé a buscar una cabina telefónica. Las luces nocturnas encenderían en cualquier momento, y justo cuando creía que no iba a encontrar ninguna cerca de allí, milagrosamente pude ver una que se escondía bajo la sombra de un enorme árbol que se encontraba cerca de un parque casi vacio. Tome la bocina, pero luego recordé que no tenía monedas para llamar… todas se las habían llevado junto con mis cosas.
            ¡Era el colmo! Maldecía mi mala suerte, y encima recordé que se me estaba haciendo tarde para cumplir esos deberes que tenía que hacer. Estaba que me salía humo por las orejas, y trate de acumular toda mi frustración en una sola patada que le di a la cabina telefónica, blasfemando en voz alta. Sin nada más que hacer me senté en el suelo, aun con los jeans empapados y escondí mi cara entre las rodillas, cuando escuche una voz muy familiar en el aire.


-¡Oye! –dijo. ¿Acaso me hablaba a mí? –Si, tu. ¿Hey hermana, cual es el problema?
            Mire alrededor en vano, porque sabía que la voz no provenía de alguien a mi lado, sino de alguien que me hablaba desde arriba. Lévate la cabeza pero no logre ver nada, todo se había puesto muy oscuro. Entonces las luces de la calle y del parque se encendieron y yo pude finalmente distinguir a la figura que se encontraba sentada sobre la cabina telefónica.
            Sentí una sensación extraña en mi pecho, como si mi corazón estuviera a punto de romperme las costillas y atravesar mi piel, como si de pronto la realidad a mi alrededor se distorsionara y se volviera mucho mas densa, como si mi conciencia y mis sentidos me estuvieran jugando una mala pasada… Allí arriba se encontraba una mujer, de piel blanca y reluciente con la luz del faro a su lado, el cabello negro y suelto a la merced de la refrescante brisa. Incluso a esa distancia logre distinguir un claro color en los ojos, me que observaban con detenida atención, anhelantes y comprensibles. Yo ya conocía todos esos rasgos, y sabía perfectamente a quien pertenecían pero en ese momento simplemente no podía creérmelo.
            -Tu poderosa patada casi hace que me venga hacia abajo… -Aquella visión había movido sus labios, pero no, esto no podía ser realmente una fantasía, ¿o si podía? -¿Te encuentras bien?
            -Yo… S-si, estoy bien. Amm… ¿Tú eres…? Ah, ¿tu realmente eres Amy Lee?           
            Amy sonrió amistosa y asintió con la cabeza.
            ¡Era cierto! No no podía ser solo un sueño… Realmente estaba frente a la mismísima Amy Lee, mi artista favorita, mi icono de todos los tiempos, la única he inigualable Diosa de la Luz Imaginaria. Gritaba y me retorcía de la felicidad internamente, pero hacia lo posible por mantener la compostura… Pero solo lo posible. Comencé a balbucear y mi cara mágicamente se transforme de una mueca amarga a una sonrisa sin precedentes.
            -¡Esto es increíble! –Dije con un tono algo chillón impropio de mí –Es genial, no puedo creerlo… Amy, ¿Qué haces allá arriba?
            -Pues… Es una larga historia, no quisiera aburrirte.
            -Ah… No. Me refiero a que haces aquí, en esta ciudad… Lo ultimo que supe de ti es que estabas haciendo una gira en Estados Unidos.   
            -Ah, eso… A decir verdad esa también es una larga, laaaarga historia. Tal vez debería bajarme.
            Vi que se había parado sobre la cabina, así pude ver mejor el precioso vestido que estaba usando, era de color blanco que le llegaba un poco mas debajo de las rodillas, usaba una faja de diseño original de color negro y llevaba vendas alrededor de las manos, pero no llegaba a ver que estaba usando en loes pies… Me asuste cuando me di cuenta de que estaba a punto de saltar.
            -¡Espera, no lo hagas! –Le grite levantando las manos como si intentara sujetarla para que no se callera.
            -¿Qué? –Me pregunto confundida-. ¿No quieres que baje?
            -No, no es eso… Es que eso esta realmente alto y no veo ninguna escalera ni nada por donde subir… ¿Cómo fue que subiste?
            -Te lo explicare en cuanto baje, espérame un segundo.  
Sentí que el alma se me iba del cuerpo del susto cuando vi como Amy saltaba hacia una de las ramas del árbol mas cercano y se sujetaba con amabas manos de esta, dio una vuelta mortal hacia atrás cayendo en otra rama que se encontraba mas abajo y descendió hasta el suelo con un par de agraciadas piruetas.
            Con una sola mano recorrió todo su cabello dejándolo caer hacia atrás y una vez más ya se encontraba impecable. Por fin logre ver sus pies, y no llevaba puesto ninguna de sus típicas botas o alguna clase de sandalia, sino que estaba descalza, vendada de la misma manera en que se encontraban sus manos. Con tranquilidad se acerco hacia mí y yo no podía resistir la emoción, de pronto sentí la necesidad de dejar salir esas lágrimas que hace poco había sofocado.
            -Bueno, para subir realmente es bastante sencillo, solo tienes que sujetarte primero de la rama que esta mas abajo del árbol y desde allí trepar y trepar hasta llegar a un punto lo suficientemente alto donde puedas saltar y caer sobre la cabina sin problemas… así de fácil ^^ -Tenía una sonrisa radiante y su risa era completamente sincera, además era tan agradable escucharla hablar como escucharla cantar-. Bueno… Con eso claro… Un gusto conocerte, soy Amy Hartzler, pero puedes llamarme simplemente Amy.
            -Tú puedes llamarme Lucy. Es un honor conocerte Amy… No puedo creer que todo esto este pasando, estoy tan emocionada…
            No quería llorar frente a ella, me iba a sentir muy patética, pero no podía soportarlo, todo era tan maravilloso que no pude contenerme. Las lágrimas de felicidad me recorrían el rostro y un pequeño sollozo a menudo se me escapa de entre los labios. Amy al instante se acerco a una mas hacia mí mientras extendía los brazos,  y pronto me tuvo cautiva en el más cálida y hermoso abrazo que me hayan dado en toda la vida. Mi piel se sentía helada ante el calor de la suya, tenía una fragancia exquisita, casi exótica, que deje que me envolviera grabándola en lo mas profundo de mis dulces recuerdos… y cuando sentí su embriagador aroma, de inmediato recordé que yo estaba hasta la cintura bañada en agua podrida, y que por tanto mi olor habrá de haber sido de lo mas desagradable.
            Me sonroje al instante, y como si me estuvieran arrancando un pedazo de piel, me separe lentamente de ella.
            -Ay Amy, me apena muchísimo esto… Mi aspecto es terrible y además… esta esto q-que… -No podía terminar la frase de una forma coherente.
            -¿Ah?... ¡Oh! Ya veo. Tus jeans están todos húmedos y tus zapatillas también. ¿Qué fue lo que paso?
            Entonces comencé a contarle todo lo que había sucedido, el robo, el incidente con el charco y que por culpa de ello había perdido una entrevista de trabajo. Amy escucho atentamente cada palabra.
            -Oh, Dios, es terrible… Un asco de día, ¿no?
            -La verdad que si…
            -Si… Pero bueno, este tipo de cosas le podría haber pasado a cualquiera.
            -Es cierto, tienes razón.
            -Lo material se recupera, al menos no te hicieron nada malo, es lo importante. Los jeans se van a secar, y además te veo como una buena chica a si que si mañana no logras que te den ese empleo pues ellos se lo pierden.
            Puse mi cabeza sobre su hombro y ella me beso en la frente. Ahora realmente sentía que todo era perfecto, fue como si nada de lo anterior hubiera ocurrido y todo fuera solamente aquel momento.
            -Si nada de eso hubiera pasado, yo nunca te habría encontrado. –Le dije casi un susurro, porque la verdad es que me daba un poco de vergüenza, pero ella lo escucho de todos modos y me dedico una sonrisa de agradecimiento. -¿Sabes que es lo que mas pena me da? Que había comprado el disco que hace tanto quería y que ahora lo tienen esos hijos de re mil…
            -¿Qué disco?
            -Adivina…
            -Acaso… ¿Hablas de “Evanescence”?
            -Jajaja, si ^///^   
-Mujer… ¡Habérmelo dicho antes!
           
            Una vez dicho esto, Amy puso sus manos detrás de su espalda y en un abrir y cerrar de ojos había hecho aparecer una copia del nuevo disco de Evanescence de la nada.
            De repente sentí que la mandíbula me pesaba una tonelada y mis ojos se abrieron como platos en cuanto Amy dijo: Esta es la versión Delux. Toma, es un regalo especialmente de mí para ti J
            -¿Hablas enserio? ¡Muchísimas gracias!
            Justo cuando estaba por tomarlo ella me lo alejo de las manos.
            -Oh, espera… En que estoy pensando, no puedo darte esto… No sin antes firmarlo. Pásame el marcador plateado que tienes en la mano por favor.
            ¿Qué marcador plateado? Mire hacia mi mano y en efecto estaba sujetando el dichoso marcador. Esto se había vuelto repentinamente extraño ¿Desde cuando Amy tienen poderes mágicos? Se lo pase aun confundida por todo esto, mientras ella anotaba una pequeña dedicatoria en la tapa del disco y firmaba con su clásica firma, esa que siempre he soñado tener.
            Una vez mas extendió las manos para que yo pudiera sujetar el disco, pero una vez mas las alejo y le dejo nuevamente fuera de mi alcance. Dijo:
            -Un momento… Aun no puedo dártelo. No sin antes dedicarte una canción.
            De pronto al darme la vuelta me di cuenta de que un enorme piano de cola de color negro se había materializado frente a mis ojos en una explosión de humo. Cada vez tenía menos sentido…
            Amy dio un salto hacia arriba y como si estuviera volando con el poder del polvo de hadas, pasó sobre mí y se sentó frente al colosal instrumento.
            -Ven aquí Lucy, siéntate a mi lado.
            No podía ni pensar el negarme a tal petición así que sin chistar fui hasta donde estaba y me senté junto a ella. Ese piano parecí haber salido de la más hermosa fantasía, como si hubiera sido fabricado por un grupo de dioses musicales. Amy comenzó a tocar la introducción de “Lost In Paradice” y yo por un momento pensé que iba a volver a llorar. Cuando empezó a cantar su voz resonó en cada rincón de las calles, tan dulce como miel, tan poderosa como una tormenta, así debería sentirse escuchar cantar a los ángeles en persona.
            Mientras la canción avanzaba, pude distinguir como de entre los edificios aparecía gradualmente una suave neblina que rosaba nuestros pies, volviendo casi invisible el suelo, como si estuviéramos sobre las nubes. Un escalofrió de emoción me recorrió el cuerpo cuando note que grupos tras grupos de mariposas de un color celeste cielo, brillantes como las estrellas, revoloteaban a nuestro alrededor. Y en cuento la canción llego a su punto máximo de emoción, pude escuchar el resto de los instrumentos… Guitarras, violoncelos, batería, bajo, violines, todos juntos se levantaron desde bajo la neblina en una enorme orquesta frente a nosotras.
            Todo era tan hermoso, tan sublime e irreal… que pronto creí caer en cuentas.
            -Amy… Oye, Amy. –La llame con timidez, interrumpiéndola en el estribillo de la canción.
            -No lo pienses, solo gózalo. –Me dijo en un gentil susurro.
            Y eso fue lo que hice, disfrute cada nota, cada estrofa y cada imagen como si fuera la última, como si ese fuera el fin de los tiempos y esto sería lo último o lo más cercano al paraíso que alguna vez llegaría a ver la humanidad.
            Cuando sonó el último arpegio en el piano y la voz de Amy acabo casi en un suspiro, las mariposas a nuestro alrededor desaparecieron como en una explosión luminosa, rociándonos con un brillo sin igual, y de pronto, todo volvió a ser normal… Las calles vacías y secas, la banda había desaparecido al igual que ese piano sobrenatural y Amy se encontraba sentada una vez más sobre la cabina telefónica, igual que como la había encontrado.
            Aquella dama me sonreía, en su rostro se formaron esos encantadores hoyuelos que siempre se le forman cuando sonríe, y sus ojos adoptaron ese brillo tan encantador.
            -Todo esto es solo un sueño, ¿no es así?     
            Amy suspiro y luego asintió.
            -Y… ¿Cuándo despertare?
            -Cuando tú lo desees.
¿Cuándo yo lo deseara? ¡Esto es tan bello que no quisiera despertar nunca! Pero, ¿realmente valdría la pena vivir eternamente en un mundo de fantasías? Esta no era mi vida en realidad, ni mi ciudad, sino que solamente era un invento de mi imaginación. Ahora todas esas cosas sin explicación cobraron sentido, porque nada era verdad… Y ella tampoco es la verdadera Amy Lee.
            Tal vez mi realidad no será un cuento de hadas, pero es lo único que tengo, y prefiero vivir a vivir en una farsa.

            Cuando desperté, esta vez en el mundo real, lo primero que vi fue la cara de una enfermera, con un rostro rechoncho y arrugas en el entrecejo, al verme despertar largo un molesto alarido y salió corriendo de la habitación gritando el nombre de alguno de los doctores. Me encontraba rodeada por ruidos de hospitales, por maquinas conectadas a mi cuerpo y el inconfundible aroma a desinfección, aun no me acostumbrara a la luz que entraba por la ventana pero eso fue mejorando poco a poco. Comencé a sentarme sobre la cama con cuidado, porque sentía un dolor bastante agudo en el pecho, y así logre ver que en mi habitación se encontraban algunas de mis pertenencias, como mi ropa y mi mochila.
            A continuación un medico entro en la habitación.
            -Hola jovencita. Soy el Dr. Barrera, ¿Cuál es tu nombre?
            -Ss… Soy Lucy.
            -Bien. Recuerdas tu nombre ese es un buen síntoma. No te asustes, todo estará bien ahora.
            -¿Q-que fue lo que paso?
            -Bueno veras, tuviste un accidente. Cruzaste la calle sin mirar antes y un automóvil te atropello. Tuviste un pequeño traumatismo, una que otra hemorragia interna y te rompiste una costilla, te quedaste inconsciente en la calle. Por suerte, dos jóvenes que andaban cerca vieron todo lo que paso y llamaron a una ambulancia, lo malo es que no pudieron identificar la patente del vehículo… Lo cierto es que eres una chica muy afortunada. Tu cuadro medico no resulto ser tan grave, te estas recuperando rápidamente, en un días incluso podrías regresar a tu casa.
            -Eso es… genial. Ahora que le dice, ya recuerdo como fueron las cosas.
            -Bien… Oh, por cierto, unos familiares tuyos vieron a visitarte todo el tiempo en que tu estuviste aquí. Ayer se quedaron todo el día y pasaron la noche, se acaban de ir esta mañana. Insistieron en poner música, dijeron que asi te sentirías mejor.
            -¿Música?
            -Si. Ese grabador que esta a tu lado lo trajeron ellos. Ahora necesito que te relajes. –Una vez dicho esto el doctor inyecto algo en mi suero- Este medicamento aliviara el dolor que debes estar sintiendo, sentirás un poco de sueño pero no te preocupes que es algo muy normal. Debo irme por un momento, pero no te preocupes una enfermera vendrá en unos momentos.
            -¿Podría antes por favor pasarme mi mochila?
            El doctor me alcanzo amablemente mis cosas y luego se retiro. Cuando voltee a ver el grabador comprobé lo que sospechaba. A su lado se encontraban Origin, Fallen y The Open Door, mis discos predilectos. El hecho de haber estado escuchando todo este tiempo Evanescence, podría ser la respuesta a aquel maravilloso sueño.
            Busque entre mi mochila mi cuaderno y una lapicera y comencé a escribir todo lo que aun podía recordar de aquel sueño. No quería que algo como eso se me terminara por olvidar, sin dejar un solo detalle por relatar. Tal vez algún día alguien llegue a leerlo, pero es una posibilidad que en realidad no me interesa pensar.
            Pasaba el tiempo y cada vez empecé a sentir aun más los efectos del calmante. Como ya había terminado de escribir mi historia no me importaba dejarme caer sobre la camilla en un profundo sueño… Tome el cuaderno y la lapicera y las guarde dentro de la mochila… Cuando metí la mano sentí la bolsa del negocio de música, la que guardaba mi nuevo disco de Evanescence. Pensé que lo había perdido, así que quería verlo, aunque sea un momento, así poder dormir con una sonrisa en el rostro.    

            Saque la bolsa que se encontraba tan cerrada como me la habían dado, podía sentir dentro de ella la cajita del disco, intacta y a salvo. Saque el disco con mucha anhelación… Y descubrí algo que me dejo atónita. El disco no estaba envuelto en el plastiquito con el que suele estar envuelto, es más, el mismo se encontraba rasgado dentro de la bolsa, y en la tapa del disco estaba escrito con marcador permanente color plateado: Para mi querida Lucy, con amor Amy ♥

Acaso… Podía… ¿podía ser verdad? Esto no era un sueño.
            Los parpados cada vez me pesaban más, y cada vez se mas hacía mas difícil resistir a los analgésicos.  Lo último que recuerdo es la enfermera entrando en la habitación, dedicándome una sonrisa y como en cada mejilla se le marcaba un pequeño y encantador hoyuelo.   
      


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